domingo, 21 de diciembre de 2014

Fénix

https://www.youtube.com/watch?v=4E1vIbuWJ0U

No soy un número
ni parte de una cifra,
un trozo de papel
donde apuntar tu sonrisa.
Un pañuelo que se guarde
tus momentos mas amargos,
una copa sin fondo
regalándote tragos.

No soy esclavo ni señor
no soy siervo,
un cojín donde sentarte
si no tienes dinero;
intento desesperado
de captar tu atención.
Llámame cuando te aburras
que te estoy esperando.

Yo no mendigo
sucedáneos de amor.
Mejor obviar el permiso
después pido perdón;
entre tanta burocracia
construimos ilusiones
para esconder tras las cortinas
nuestros corazones.

Soy el calor
soy la t de la rutina,
la luz que difumina
todas las mentiras.
Incomodo cuando hablo
alto para los demás
hay miedo a destacar
entre tanta suciedad.

Soy tu dolor,
soy tu cielo y tu desprecio
cuanto mas odio me des
mas fuerte me vuelvo
soy un fuego
que te envuelve
te ahoga en un abrazo
me da igual que tu me apagues
yo siempre renazco.

No soy esclavo ni señor
no soy siervo,
un cojín donde sentarte
si no tienes dinero;
intento desesperado
de captar tu atención.
Llámame cuando te aburras
que te estoy esperando.








lunes, 24 de noviembre de 2014

23 años


https://www.youtube.com/watch?v=-ORgmhQnHSc

Se miraba fijamente en el espejo mientras repasaba la raya de los ojos. Procuraba tocar su cara con la mayor delicadeza posible para evitar estropear el maquillaje. Tenía ante sí misma la imagen de un fantasma, apenas imperceptible, pero delicadamente bello. Sabía que un exceso de vanidad podía jugar en su contra, pero qué leches, una vez llegada a este punto todas esas chorradas le daban igual. Tenía un aspecto precioso, tanto que sabía que iba a ser de las más destacadas de la actuación.
Estaba cansada de una vida llena de aceptaciones, de asumir las cosas sin cuestionarse y hacer continuamente lo correcto. Siempre buscando la aprobación de los demás, siempre teniendo que cumplir las expectativas porque, ¿qué iba a hacer si no lo conseguía? ¿Cómo vivir sabiendo que eres una decepción para los demás? Y de esta manera vivió durante 23 años, haciendo felices a los demás.

Se acabó. Decidió no volver a asumir responsabilidades por una vida de la que no pudiese llevar las riendas ella sola. Fue una dura lucha, y una larga discusión. Los adioses supieron amargos, y las lágrimas no siempre fueron en compañía, pero su corazón nunca volvió a dejar de darle calor.

Repasó en su cabeza las primeras palabras de su texto mientras se ataba los zapatos. "Ahora me veo, ahora me siento..." Sonreía para sus adentros porque sabía que, a diferencia de durante los ensayos, esta noche iba a decirlo de verdad. Hizo los ejercicios de calentamiento, se abrazó a sus compañeros pero evitó echar un vistazo por el telón para ver cuánta gente había acudido. Con el sonido de las butacas bajándose podía hacerse una idea de que habían asistido un montón de personas. Se apagaron las luces, comenzó a sonar la música. Entró en un trance con ella, y cuando apareció la nota que marcaba su salida, acudió al encuentro de los focos.

Allí estaban, en primera fila, mirándola fijamente. Todos estos años le habían repetido que siempre le apoyarían, que deseaban lo mejor para ella pero ha sido tan estúpida que sólo tras veintitrés años de sometimiento a su propia conciencia, por fin era capaz de ver las cosas como eran. Como siempre han sido.

Lloró ella, lloró la primera fila y lloramos todos en aquella actuación.



5/9/1946-24/11/1991 Gracias por seguir ayudándonos a atrevernos a volar.


martes, 4 de noviembre de 2014

Dulce

Abrir los ojos y ver que hoy te toca dormir una hora más es dulce. El sabor de las galletas mojadas en el colacao es dulce. La pasta de dientes con sabor a fresa también es dulce. Salir por la puerta de casa y acertar llevando cazadora porque así no vas a pasar frío mientras esperas en la parada del autobús es muy dulce. Dar con la canción que te despierte antes de bajar del autobús también es dulce. Quitarte los cascos porque tu violinista particular está interpretando una nueva canción que no conoces es de las cosas más dulces que te pueden regalar por la mañana. Encontrarte en el vagón del metro con alguien que hacía demasiado tiempo que no veías puede ser realmente dulce. El olor de los bollos recién salidos del horno puede resultarte extremadamente dulce si ya has desayunado.

Pero el dulce matutino perfecto, el que en mi opinión tiene la graduación equilibrada, es el que te dan un tipo muy especial de personas a las  que sólo dedicas un par de segundos, minutos a los sumo, de tu largo día, pero que pase lo que pase siempre tienen para ti una sonrisa.

sábado, 25 de octubre de 2014

Himno de salir


https://www.youtube.com/watch?v=3SgcaZCLJFk


No nos convenzas, no nos importa
no necesitas una razón
esta noche salimos a muerte
hasta que amanezca el sol.

Que más da que tu jefe te explote
que todo te parezca un marrón,
si te escondes a salvo del mundo
nunca verás su color.

Si diste lo mejor que tenías
o si amaste sin contemplación
frente al rechazo,
hoy cantaremos esta canción.

No nos convenzas, no nos importa
no necesitas una razón
esta noche salimos a muerte
hasta que amanezca el sol.

Si tu risa te muerde las venas
sientes como salta el corazón
deja que se emborrachen las penas,
hoy gritaremos los dos.

Esta noche abandonas tu zona
de seguridad,
con amigos se rompen las reglas:
sale la espontaneidad.

Tantos sueños con tantas historias
que interpretarás.
Si te quedas sentado mirando
no sabrás qué pasará.

No nos convenzas, no nos importa
no necesitas una razón,
esta noche salimos a muerte
hasta que amanezca el sol.

Que más da que tu jefe te explote
que todo te parezca un marrón,
si te escondes a salvo del mundo
nunca verás su color.

(instrumental)

No nos convenzas, no nos importa
no necesitas una razón ,
esta noche salimos a muerte
hasta que amanezca el sol.

Que más da que tu jefe te explote
que todo te parezca un marrón,
si te escondes a salvo del mundo
nunca verás su color.

Cuando todo te viste de grises
y sonríes por contestación
si les contagias
no podrán disipar tu calor.

(instrumental)

martes, 14 de octubre de 2014

Emmersdorf

Si es cierto que cuando mueres ves tu vida pasar lentamente en imágenes en blanco y negro, espero poder ver otra vez el día que llegamos a parar a Emmersdorf. Habiendo salido de Praga por la mañana, a media tarde habíamos abandonado Viena a todo correr en busca de una ciudad más pequeña donde poder asentarnos. A medio camino vislumbramos un "arroyo" y no pudimos evitar la tentación de bañarnos en él. Cuando quisimos darnos cuenta, ya se nos había hecho de noche, de manera que acordamos parar a dormir en el primer pueblo que encontráramos. Y de esta manera dimos con Emmersdorf.

Nada más llegar nos encontramos con cuatro vascos, quienes nos indicaron que el "arroyo" en el que nos habíamos bañado era el río Danubio, ya que ellos estaban recorriendo "la ruta del Danubio" en bicicleta. Nos llevaron al restaurante más grande, por no decir casi el único, del pueblo. Y allí nos invitaba la gente a beber cerveza a cambio de canciones.

Aquella noche llovió como nunca. No ocurrió ningún otro "gran acontecimiento" aparte de lo mencionado. Pero tener la suerte de poder contemplar el Danubio cuando duerme, vigilado por los grandes palacios austriacos iluminados, mientras comes un jamón serrano del "Lidl" que llevas guardado en el maletero del coche, consigue por unas horas que el resto de cosas carezcan de importancia.

Deseo de verdad volver algún día y tener una conversación con el chaval que se quedó allí. Emmersdorf es la prueba de que un día fuimos inmortales.

Vaduz

Llegamos con tanta prisa que apenas tuvimos tiempo de detenernos, de pararnos a pensar que en aquella pequeña ciudad se encontraban más cosas que un castillo sobre un peñón, un par de hoteles y una tienda de souvenirs.
Las montañas juegan a pintar las briznas de hierba cuando el sol se esconde, y cada día echan a suertes a qué país regalarán la puesta de sol más bonita. Porque cuando estás allí has tenido que estar en otros muchos sitios, y es justo cuando esa idea ronda tu cabeza que te sientes un ser realmente privilegiado.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Texto sin drama


Ahora me veo.
 
Ahora me siento.
 
Ahora me pienso.
 
Pienso en mi y digo: “aquí estoy, me quiero así, como soy”. Es curioso, si ahora viniera alguna de las personas que me parecían más listas o más no sé qué que yo les diría que se fuesen, que ya no me cambio por nadie. De hecho, me dan ganas de decirles: “Ay, lo que os perdéis por no ser yo”.

He descubierto que soy la leche. En serio, soy única/o, como todo el mundo. Más de siete mil millones de seres humanos; todos únicos.

Un ser único e irrepetible. Ahora empiezo a sentirme libre.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Sentirte chiquitito

Le ha ocurrido desde que tiene memoria. Al principio con sus héroes favoritos de los dibujos animados. Con mamá, con papá, y también con Diego, quizás porque siempre ha sido el mayor. Más tarde con su tío, que siempre tiene algo nuevo que enseñarle. Empezó el colegio y el concepto se hizo más latente: compañeros menos tímidos, que tienen más apoyo del resto de la clase o simplemente molaban más que él. En el instituto todo esto se multiplicaba por veinte...  Ya en la universidad era distinto, porque como "hemos madurado",  ya no somos tan críos y tontuneros como antes. Como habíamos crecido un poquito más, también habíamos aprendido a disimular un poquito. En todos los temas de la vida estaba latente, con los amigos, con las chicas, con los vecinos, los compañeros, los conocidos, los libros... Por mucho que pase el tiempo no puede evitar llegar tantas veces de vez en cuando a la ridícula y cierta conclusión de lo tremendamente pequeños y absurdos que somos en este mundo, sobre todo cuando nos comparamos con aquellos que tienen cualidades que anhelamos tener pero que aún no hemos alcanzado. Entonces es cuando decidimos correr detrás de ellos y evolucionar, o quedarnos desde abajo contemplando las vistas. Y la verdad es que no sabría decir que es lo que prefiere, porque desde que fue a Nueva York ha cambiado ligeramente su perspectiva sobre este tema.

Pero lo que desde luego tiene claro es que él y solamente él elige quien le hace sentirse chiquitito. Porque es libre. Porque es su regalo

domingo, 21 de septiembre de 2014

Lo que nos une

Mamá siempre nos decía que no nos quedásemos en casa por las tardes, que saliésemos a jugar con los demás chicos. Había tardes que ninguno de nuestros amigos salía, y mi hermano y yo nos pasábamos horas tirando piedras a los árboles esperando a que llegase la hora de merendar. Con tal de no aguantar las broncas de mamá incluso éramos capaces de jugar con gente que no conocíamos de nada. Ahora que somos un poquito más mayores, empezamos a hacernos una idea de cuanta razón tenía.

Era increíble la mala leche que tenía cuando se enfadaba, pero siempre tenía una sonrisa para todo el mundo. Nunca vimos a nadie enfadado con ella, aunque de vez en cuando nos contaba algún que otro problema... Siempre nos decía que lo más importante en esta vida eran las formas, que eso de tener o no la razón era algo secundario, porque lo que más valoramos en este mundo es la manera de hacer las cosas. A nosotros por aquel entonces nos sonaba a chino, pero la verdad es que según voy creciendo cada vez estoy más convencido de la verdad de aquellas palabras.

Es muy cierto que falta amabilidad. No con los más cercanos, sino con la gente que nos rodea en general. Nos encerramos en nuestra zona de confort y rechazamos todo aquello que, siendo bueno o pernicioso, pretenda desestabilizar ese equilibrio que nos mantiene "estables". Es entonces cuando rechazamos viajar solos, salir de fiesta con gente que no conocemos, ver series en versión original o tener un gesto espontáneo con el mundo sin esperar nada a cambio, sin escuchar lo que nos tenga que decir, por el simple hecho de querer tener el detalle.

Mi manera favorita es hacer las cosas robando sonrisas porque todo lo demás, en comparación, resulta bastante irrisorio.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Os dejo un corto que me ha gustado mucho:

http://muhimu.es/politica/sin-pretenderlo-este-corto-se-ha-conviertido-en-el-mejor-ejemplo-de-indenfesion-aprendida-que-vi-jamas/

Me ha gustado mucho, creo que se puede extrapolar a muchos aspectos de la vida. A veces el problema no es que seamos capaces de aguantar el sufrimiento, sino que estemos totalmente convencidos de que no podemos cambiarlo.

lunes, 8 de septiembre de 2014

En el último día de nuestro último verano antes de ir a la universidad escribimos en una hoja todas las cosas que queríamos hacer antes de hacernos mayores de verdad,y las guardamos en una caja con llave. Prometimos volver a abrirla dentro de 13 años, aunque algunos no necesitarán volver a abrirla :)

domingo, 31 de agosto de 2014

Cruzando el paraiso

Antes de empezar a leer la entrada, recomiendo hacer click en este enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=EE9a4paOHPc

Me encantaría prometer que las noches de salir a machacar nunca se van a acabar. Que seguiremos quedando para ver los partidos de baloncesto de España o para celebrar el día de gordos en navidades. Y también en agosto. Que los miércoles se come en veterinaria. Me encantaría jurar que seguiremos haciendo fiestas en mi casa cada verano por fin de exámenes y que me pondré de mala ostia cada vez que estando borracho reciba una colleja. Que nos quedan miles de conciertos en los que cogernos de los brazos, saltar y gritar juntos, que seguiremos sintiendo la sensación de estar solos cuando nos encontramos en medio de toda la gente en un reencuentro, tras llevar unos cuantos meses sin vernos. Que llevaremos a cabo un proyecto de ley por el cual se prohiba a nadie ausentarse en las cervezas después de los partidos. Que cuando cada vez que vayamos al cine y me indigne por el precio de la entrada, acabaré maravillado por la peli, que practicaremos la canción de feo fuerte y formal hasta que nos la sepamos bien con la guitarra, que algún día acabaremos dando un concierto todos juntos. Que las noches de verano siempre se acabarán cuando la gente salga de casa para ir a trabajar, y siempre saldremos a correr por la playa antes de ir a dormir. Que después de una gran borrachera y una tremenda resaca, el día posterior nos lo pasaremos viendo pelis, jugando a la playa y lo llamaremos "día de solteros". Que nos quedan muchas noches escuchando a Bob Marley, a Tool y a los padres del Blues en el coche, después hacer la patrulla con el volumen a tope mientras suena la intro de Los Soprano. Que la policía seguirá cortándonos el rollo a las 3 de la mañana mientras vemos las estrellas en las cañadas. Que seguiremos gritando que no necesitamos ninguna excusa para salir un viernes a cantar por Madrid, o para visitar cualquier lugar del mundo dando lo mejor de nosotros. Que nos aprenderemos todas las canciones de Loquillo y un día gritaremos todos juntos Cuando fuimos los mejores hasta quedarnos sin voz. Que por un colega se viaja a Irlanda, se va al Vellón, a un garito lleno de paraguayos a bailar bachata, a una graduación de medicina o a un mitin de UPYD.


No prometo que siempre será así, pero prometo que cada vez que nos encontremos seguiré viéndoos con los mismos ojos. Gracias amigos.

jueves, 14 de agosto de 2014

Entrevista

… Ahora queremos que explique por qué ha de ser el seleccionado de entre todos sus compañeros. Dispone de un minuto y ciento cuarenta palabras.

-Tiempo.

La manecilla larga que apuntaba a las 12 comenzó su recorrido.

El aspirante hizo ruido al echar para atrás la silla donde estaba sentado. Se levantó, cogió aire:

-Pues yo…

¡¡¡¡¡CIENTO TREINTA Y NUEVE, CIENTO TREINTA Y OCHO!!!!! –una fuerte voz gritaba por un altavoz cada vez que pronunciaba una palabra.
 
-Llevo un par de años trabajando de becario en una empresa relacionada con el sector, y creo que podría aportar muchas cosas, como por ejemplo...

“¡¡¡¡¡CIENTO CATORCE, CIENTO TRECE!!!!!”

El aspirante trataba de mantener la compostura.

 “¡¡¡CIENTO TRES, CIENTO DOS!!!”

La manecilla señalaba las cinco.

“¡¡¡CUARENTA Y TRES, CUARENTA Y DOS!!!”

Los hombres sentados ponían cara de no entender nada. El aspirante miró a su alrededor, trató de pensar rápido.

La manecilla señalaba a las siete.

Entonces vio una pizarra blanca con un rotulador en la pared de la izquierda. En ella escribió:

“IMAGINACIÓN”

martes, 15 de julio de 2014

Berlín

Las calles son grandes, muy amplias. Tan anchas que da igual la cantidad de gente que camine por ellas, siempre da la sensación de que la ciudad se encuentra medio vacía. El problema llega en invierno, cuando el viento juega a correr entre los edificios, y si no te has acordado de ponerte dos o tres sudaderas por la mañana, acabas lamentándolo.
En esos fríos días, en los que el sol se va a dormir a la hora de la siesta en España, me gustaba refugiarme en el metro. Me gustaba mirar a la gente, y la verdad es que no es igual que en Madrid. No diré que prefiero el metro de Berlín porque para mi el metro de Madrid es el mejor del mundo, pero es cierto que la gente tiene otro semblante. Más relajado, más pausado, como si quisiesen disfrutar del viaje, y no me extraña porque cuando pasas por estaciones como Heidelberger Platz o Hackescher Markt da la sensación de que los Berlineses han colonizado a toda una civilización en las profundidades. Sin duda es una experiencia increíble.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención se encontraba arriba, en la superficie. Cuando salí de la parada de Alexanderplatz, resguardado bajo el "átomo" un joven tocaba la marcha turca con una guitarra eléctrica. Esperé pacientemente a que acabase y le ofrecí café o un chocolate caliente (estábamos a -5ºC) pero amablemente declinó mi oferta.
Me sorprendió que en una ciudad tan fría y grande las calles estuviesen llenas de música.


martes, 1 de julio de 2014

La sensación

Me pongo el neopreno que usaba hace cuatro años cuando jugaba federado. Se nota que he cogido bastantes kilitos y los muslos están más apretados que antes. Se me olvida la música, pongo Rise Against, "Give it all"...

Búscala en internet. ¿Ya la has puesto? Entonces podemos seguir:

Me pongo las espinilleras de mi hermano. Encima de ellas unas medias blancas ajustadas, con unos cuantos rotos, pediré unas nuevas a los reyes magos. Pantalón negro corto encima del neopreno. Abro el cajón de las camisetas... hoy toca Méjico. Botas nuevas.

Llego a las pista. No están los chavales... Entro al pabellón a ver si están dentro. Nada, un partido en una pista de madera. Son nueve personas:

-Eh portero, ¿juegas?
-Dadme 5 minutos.

Me pongo las coderas, las rodilleras me las he dejado en casa. Saludo a los de mi equipo, intentando memorizar sus nombres: Borja, Dávor, Itu y Luismi.

Se mueve el balón. Doy instrucciones como si ya llevase tiempo jugando con ellos. El balón rueda muy rápido en la madera, demasiado. En cuanto alguien intenta echar el balón en largo se va fuera, es lo que tienen los campos de fútbol sala, y que seamos "amateurs".
Se abre un hueco en nuestra defensa, un jugador contrario lo ve y dispara. Todo es muy rápido, no veo el balón, siento el contacto en mi mano y el sonido de un fuerte choque. Me levanto, miro hacia mi portería:

-¿Ha sido gol?

-Córner.

Y otra vez la sensación de luchar por balones que no sabes si puedes parar, de tirarte hacia delante por una mera cuestión de fé. No tener tiempo siquiera de pensar en lo que viene hacia ti, simplemente actuar.

Esto es para mí jugar al fútbol sala.

viernes, 27 de junio de 2014

Trieste

Llegaron a la costa a eso de las siete de la tarde. No iban sobrados de tiempo, tenían que recorrer casi mil kilómetros en tres días, pero Gabi se puso muy pesado. Sabía que Luis sólo había estado una vez en el mar, y que aunque fuese un ratito, valdría la pena tener ese momento.

La costa de Trieste es distinta de las demás costas de Italia. Para mí siempre será mi costa, mi enorme plaza con los brazos abiertos al mar, mientras las nubes oscuras luchan por mitigar unos rayos de sol que miran fijamente al reloj, intentando quedarse un ratito más antes de irse a la cama. Es justo en ese momento, justo cuando se empiezan a marchar, que todo el mar se pinta de color dorado. Como las armaduras gastadas de los grandes caballeros medievales, como las tuberías de latón. El movimiento de las olas recuerda al de un mecanismo metálico. Es hipnotizante.

Bajo aquella escena, en compañía de un par de estatuas parlanchinas me di cuenta de dos cosas: la primera, que ese momento hay que compartirlo con alguien, añoré mucho a mis seres queridos que entonces estaban muy lejos de mi y entendí que si no compartes la vida ella solita se va a buscar a la gente. La segunda fue la total seguridad de que no veré con los mismos ojos a James Joyce cuando haya leído el Ulises, pero no me cabe duda de que volveremos a encontrarnos, quien sabe si para bajar esas escaleras que llevan al mar.

miércoles, 25 de junio de 2014

Crecer antes de tiempo

Hasta los doce años, yo había sido un niño normal. Conocía perfectamente las leyes del patio, cuando eres alguien importante, cuando no, cuando te puedes meter con alguien, cuando te toca que se metan contigo... Era plenamente consciente de que la vida en el colegio no era nada fácil, día tras día contemplaba el conflicto entre los valores que se nos enseñaban y el instinto de supervivencia.
Por ejemplo, hace tres días mi amigo Ilario insultó a Lázaro, el chico más importante de la clase. Por lo visto había estado diciendo que los norteños no eran auténticos italianos. La madre de Ilario es de Parma, de manera que éste tuvo que defenderse. No se sabe lo que pudo llegar a decir, pero al día siguiente Ilario entró a clase con la cara llena de moratones.

Nadie dijo nada.

Hará cosa de un par de años yo también tuve un encontronazo. Estaba toda la clase riéndose de una chica por el color de su vestido, mientras Lázaro y su séquito cogían un cubo de barro para echárselo por encima. Les grité que la dejaran en paz y pegué un empujón a Lázaro, quien accidentalmente tropezó con una rama y cayó al suelo, haciéndose una herida en la rodilla. Se levantó preguntando quien le había tirado, yo di un paso adelante y su gesto se congeló.

Sonó la sirena para volver a clase.

Esa tarde, cuando le conté a mi madre lo sucedido, recibí la mayor bofetada que me ha dado nunca. Me gritaba desesperadamente, hablándome de cosas que yo no entendía: que si el papá de Lázaro y el mío eran grandes amigos, que menos mal que nuestras familias se conocían desde hacía mucho tiempo, que si tengo que aprender con quien tengo que llevarme bien...
Al principio no saqué mucho en claro de aquella conversación. Pensé simplemente que Lázaro sería algún tipo de familiar lejano y que por ello le tendría que tratar mejor, pero nadie me dijo por qué estaba mal que hubiese defendido a aquella chica.

Pasaban los años, las generaciones, y todos crecíamos de la misma manera. En clase siempre estaban, y estaría, los chicos guapos, los feos, los listos, los palurdos, los graciosos, los que no hablan con nadie, los que molan y los intocables.

Pero no fue hasta los doce años que aprendí cómo funcionaba todo. Dentro de mí albergaba la esperanza de que cuando fuese convirtiéndome en un adulto, podría comprender estas leyes y decidir cuáles haría mías y cuáles no... Desgraciadamente las cosas no funcionan así. Anteayer, Carlo, el mejor amigo de Lázaro, fue tiroteado en el campito de fútbol detrás de la panadería. Sólo nos enteramos por boca de nuestros padres, pues a la mañana siguiente, en el colegio, nadie dijo nada.

Amo mi tierra, mi sol y a gran parte de mi gente. Sin embargo no puedo evitar acostarme cada noche con el miedo de saber que, al igual que cuando jugábamos en el patio, la ley más inquebrantable de todas es la del silencio.

Y nadie dice nada.




"Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena"             

-Mahatma Gandhi

http://www.elcomercio.com/actualidad/mundo/conmocion-italia-muerte-de-nino.html








jueves, 22 de mayo de 2014

Dentro de unas horas

miraré mi reloj y saldré corriendo de la biblioteca porque me habré dado cuenta de que llego tarde. Cogeré el F hasta Cuatro Caminos y allí tomaré el metro, línea 6 hacia Diego de León.
Durante el trayecto te escribiré algún mensaje de disculpa por wasap. O te preguntaré si estas nerviosa, o simplemente no diré nada.

Creo que no diré nada porque ya lo has dicho tú todo. No hay palabras que puedan describir lo orgulloso que voy a estar mañana, de pie, en la última fila del salón, cuando vea a la persona más buena que conozco en el mundo lucir su beca.

Enhorabuena Ire, dentro de unas horas.

jueves, 24 de abril de 2014

Al cabo de unos años puede que nos demos cuenta de que estábamos equivocados... pero qué bonito es creer en algo y luchar por ello con todas las consecuencias.

miércoles, 23 de abril de 2014

En el gueto

Eran las 20'30. Cuando el segundero señalaba a las 12, ni antes ni después, Irene se levantó de la silla en la que se pasaba 9 horas diarias sentada desempeñando su labor como recepcionista en una pequeña gestoría. Sin despedirse de nadie, abrió la puerta y empezó a andar rápidamente hasta que llegó a su coche. Entró, cerró la puerta y rompió a llorar.
Pasado un minuto puso la radio para tranquilizarse. La música lo hacía todo más fácil. Según conducía prestaba atención a las hermosas vistas de su ciudad: los hermosos paseos llenos de árboles, las grandes fuentes que refrescaban el ambiente en fechas calurosas, las calles anchas que daban sensación de inmensidad, los enormes parques para niños pequeños con los padres charlando alegremente, legiones de "runners" prestando más atención a sus pulsaciones que a la gente con la que se encuentran. Montones de clínicas privadas habían abierto negocio recientemente, pues un único ambulatorio público no daba para abastecer a toda la población.


Se sentía afortunada de vivir en una pequeña ciudad en la que imperaba la clase media. Cuando hace un par de años el alcalde tomó la impopular medida de subir drásticamente el precio de la vivienda, muchos se temieron una ciudad desierta, pero para sorpresa de todos no pasó eso. Por supuesto, los menos pudientes abandonaron la ciudad tan pronto como pudieron. Sorprendía destacar que únicamente quedaba en la ciudad un par de pequeños núcleos de población inmigrante, las únicas viviendas de protección oficial que se habían otorgado hace ya bastante tiempo. Todo era maravilloso, utópico, parecía una partida del videojuego "Los Sims".

Entró en su urbanización, situada en las afueras, contaba con vigilante, pistas de padel y dos piscinas. Los vecinos siempre sonreían cuando les saludabas. Eran muy agradables, pero decidió que no haría amistad con ninguno cuando, al estar embarazada de su segunda hija, un vecino le llevó un libro titulado "Cómo criar a su bebé".

Para cuando llegó a casa las lágrimas ya habían desaparecido de su rostro. Sus dos peques corrieron a abrazarla mientras su papá preparaba la cena. Les miró a los ojos y sintió con más fuerza un pensamiento que llevaba rondando su cabeza desde hacía bastantes meses.
Se acercó cariñosamente a su pareja mientras cocinaba, besó tiernamente su cuello y le susurró "vamos a salir del gueto".


Sus hijos se merecían algo mejor.

jueves, 17 de abril de 2014

Engaño

Quizás el mundo no sea como lo vemos, quizás todo aquello en lo que decidimos creer, todas esas historias llenas de luz y sonrisas que nos iluminaban por dentro y nos hacían creer que había que dar cada día lo más maravilloso que tenemos no fueran más que los gritos desesperados de personas equivocadas que, de alguna estrambótica manera, intentaban aferrarse a algo para no caer definitivamente en la oscuridad. Quizás si cambiamos nuestro punto de vista podríamos atrevernos a decir que no existen los héroes, que detrás de cada buen gesto, de cada detalle elocuente, de cada gesto desinteresado se esconden razones ocultas que puedan buscar el bienestar personal de cada individuo, o que escondan sentimientos de vanidad o autocompasión. Es muy posible que nuestros héroes no resulten al fin y al cabo sino ser personas escurridizas y asustadas de la realidad tanto como nosotros, y lo que nos llame la atención de ellos sea la originalidad con la que afrontan esos temores que nos acompañan cada día.


Originalidad... ¿Sabemos lo que es eso? ¿Acaso sigue existiendo todavía la originalidad? ¿Cuántos gestos románticos tienen su origen en películas que hemos visto? ¿Cómo podemos saber que cuando una persona nos da un discurso que nos llega adentro, no lo ha parafraseado de un libro, o de su vecino?


Si construirte como persona no es más que ir incorporando aquello que te gusta de todas las experiencias que adquieres durante tu vida, ¿qué es lo que realmente es tuyo? ¿Somos capaces de valorar a alguien por lo que realmente es y no por lo que aparenta ser?


Y ahora viene la pregunta clave, ¿a alguien le importa de verdad todo esto? Amamos, queremos, compartimos, sentimos, gritamos, lloramos, practicamos deporte, escuchamos música, viajamos... pero a la larga toda experiencia suele resultar monótona. Llega un punto en que las cosas que hacemos dejan de aportar color a nuestra vida, como si nos quedásemos sin pinturas.


Entonces cambiamos. Eso es lo que nos hace únicos. Da igual cuánto imitemos, cuántos sueños persigamos que persigan otras personas, cuántas teorías, lógicas o absurdas, sigamos hasta la muerte porque cambiar es una opción personal de cada uno, que nadie puede tomar por nosotros.


Tal vez puedan engañarnos para cambiar, pero al fin y al cabo, somos nosotros los que nos dejamos engañar.

lunes, 3 de marzo de 2014

Volverte a ver

Se volvieron a encontrar. Cuatro años después, cuando ella perdió el miedo y él la vergüenza. Ella ya no era aquella chica insegura que no se atrevía a gritar lo que pensaba. Él ya no era aquel chico asustadizo que no sabía cómo abrazar suave. Ella ya no empezaba los libros por el final. Él había descubierto que había novelas románticas que merecía la pena leer. Ella pasaba más tiempo contando las estrellas que mirando la luna. Él prefería bañarse en el mar a quedarse mirándolo. Ella ya no regalaba sus besos porque sabía que valían más de lo que pensaba. Él había dejado de autocompadecerse, porque lo más divertido de las historias era vivirlas. Ella sonreía cuando le apetecía, gritaba cuando lo sentía y lloraba cuando lo deseaba, porque había encontrado lágrimas que no eran de tristeza. Él había aprendido que hay derrotas que saben mejor que las victorias. Ella no se acostaba sin dar las buenas noches a todos sus seres queridos. Él luchaba cada día por los suyos, porque de nada te sirve una buena historia si no tienes con quien compartirla.

Se miraron a los ojos y se sonrieron, no necesitaban más para decirse que se alegraban de haber encontrado la felicidad.