lunes, 15 de junio de 2015

La canción inolvidable

Me pase de la raya
que separa
lo amoral de lo difícil.
Le di al sol una excusa
para no sonreír
como un imbécil.

Me tragué sin dudar
todos los cuentos
que narraban los espectros
disfrazados de personas altruistas
ofreciéndonos refrescos
de consejos
que no han sido retirados
del mercado
a pesar de que se encuentran infectados
de aditivos,
conservantes, de nocivos colorantes
del dolor, de la sonrisa,
de las muecas y las vistas percibidas
por todos nuestros sentidos
nos duermen, nos examinan
y quedamos sometidos.

Dicen que el miedo no existe,
no debes jugar con él
ellos lo monopolizan,
no te quieren dejar ver
tras la cornisa que divisa la ciudad,
esconden las tuberías que gasean
a la humanidad.

Y no es normal,
no es moral
que tengamos que cargar
pagar por el sentimiento
de autoculpabilidad.
Renunciar a lo que sueñas
como si fuese un pecado
jugar a que te ganas la vida
improvisando al piano
en un puente
donde, pasando la gente,
precipiten las monedas
que te salven de lo inerte
mientras tocas, siempre mirando a la luna,
sinfonías de los astros
que te hicieron ser ninguna
y a la vez todas,
eso has sido siempre aquí
la canción inolvidable que suena dentro de mi.

Por muy alto que griten
no pueden apagarte
las voces que nos rigen
piensan arrebartarte
con falacias, mentiras y falsos testamentos
tus pájaros en la cabeza
que esperan volar con el viento
pero no les contaron que todo vuelve
por mucho que lo compliques
el conflicto se resuelve
y mas tarde que temprano
da igual que ignores tu vida
llega un día que descubres
que tu dolor se disipa.
Mientras los buenos momentos,
los abrazos, las sonrisas
se quedan dentro de ti,
parte de tu anatomía
y te invitan a pagar la deuda contraída.

Es más fácil aceptar
conformarnos con ser buenos
atisbar la soledad
y pronto salir corriendo en brazos
de la sociedad
que nos tiende el brazo eterno
a cambio de aceptar el modelo
de su comportamiento.

Es muy fácil afirmar
que todos somos mediocres
rechazar el destacar,
tener miedo a ser mejores,
y odiar a los que se atreven a asomar
por encima de las aguas
porque han caído mil veces
antes de surfear las olas.
Seres curiosos
que  no pueden evitar
querer saber
cómo se verá la vida
desde arriba
antes de perecer.
Un instante de belleza,
las gotas en suspensión
reflejan todo el espectro
concentrando su color
mientras bajo la marea no se puede ver la luz.

¿Cambiarías una vida,
tu argumento,
tu guion
por tener la perspectiva
con la que nos mira el sol?


miércoles, 3 de junio de 2015

Helsinborg


https://www.youtube.com/watch?v=m0HGy7xlJIQ


Nuestro ferry zarpaba de Helsingor sobre las cinco de la tarde. Era la primera vez que atravesábamos las aguas del mar Báltico. Cada metro que recorríamos suponía lo más distante de mi casa en dirección norte que había estado en mi vida. El sol bajaba según nos alejábamos de Dinamarca. Las sensaciones eran muy fuertes, no quería que el barco se detuviese por nada del mundo, pero tampoco tenía prisa por llegar. Cantábamos alegres mirando burlones al sol cuando divisamos tierra.
No puedo expresar con palabras cómo me sentía al pisar tierra. Suecia era uno de los países que siempre había querido visitar. Mi corazón quería escaparse del pecho, vivir intensamente cada efímero instante. Solo aprendí dos frases durante mi estancia:

tack så mycket

Sverige är stor

Y tampoco necesitamos decir mas. Ahora lo recuerdo y me parece muy breve, pero un trocito de mi corazón conserva el color del cielo amarillo que nos vio desembarcar en Helsinborg aquella tarde.