miércoles, 15 de mayo de 2013

Gliphe

Iré directamente al grano: esta entrada es para ti, ahora viene el por qué, que es lo que nos interesa.

Porque fuiste la primera persona con la que compartí el secreto de este blog cuando empecé a escribirlo en semana santa de 2010, porque siempre estás al pie del cañón, de una manera o de otra, sonriendo e intentando darnos un poquito de luz a los demás. Ya sé que este año es duro tal y como están las cosas y que te quedan un par de semanas muy duras y después llegará el descanso que tanto esperas y te mereces. Sé que entonces volverás a escribir, pero como todas estas entradas no podrían entenderse sin ti, me gustaría que está entrada de sentido a algunas de las tuyas.
Mi libro favorito es "Días de Reyes Magos", no por lo que sucede en el libro, que en si es una historia fantástica, sino por la manera en que se narra y por una teoría que saqué de esta novela y que aplico a diario a mi vida: la teoría de que los ángeles existen.
No es la primera vez que escribo acerca de esto, pero me parece que es algo que deberíamos tener presente cada día porque este tipo de personas no están tan lejos de nosotros como podemos pensar a veces, pueden estar en cualquier lugar, pueden ser la persona que se sienta cinco minutos a nuestro lado en el autobús por la mañana, la chica joven encargada de la limpieza que te saluda todos los días y te pregunta cómo te encuentras, o ese compañero de clase tímido con el que nunca te has parado a hablar. Este tipo de personas son como los libros que te ponen los pelos de punta, no puedes evitar preguntarte cómo sería tu vida si no les hubieses llegado a conocer, hacen que te des cuenta de lo chiquitito que eres en este mundo tan grande, y su existencia hace que sientas que tu vida sea mucho más llena y satisfactoria.
Para mi tú eres una de esas personas, y no quiero que nunca lo olvides, por todo lo que hemos escrito y nos queda por escribir, no te detengas, quedan muchas historias que contar.

miércoles, 8 de mayo de 2013

No digamos más por ahora

Pasaron casi dos meses hasta que me encontré con fuerzas para leer el libro que me regaló antes de marcharse. A veces no puedo dejar de pensar en lo curiosa que es esta etapa de la vida, tenemos relaciones, conocemos a muchísima gente, pero lo primero que hacemos ante todo es poner barreras para protegernos, infinidad de ellas... y aun así da igual, porque si te gusta alguien por mucho que lo disimules de cara al exterior por dentro te vas a sentir derrotado cuando se marche.

Cuando empecé a leer "El vendedor de Cuentos" no salía de mi asombro con la cantidad de similitudes que tenía nuestra historia con la que estaba leyendo. No podía evitar preguntarme acerca del asombro que sentiría ella cuando nos conocimos, cuando echamos a andar juntos, pero ahora es demasiado tarde para preguntárselo. Son las reglas del juego, si eres mayor para jugar, lo eres también para saber cuando parar.
No pude evitar escribirle nada más terminar de leer el libro, hacía mucho tiempo que no sentía una sensación similar al acabar una novela, no se si era porque entendía en mis carnes parte de la historia o porque realmente era un buen escrito. Supongo que un poco de ambas. Le agradecí que se hubiese tomado la molestia de hacerme ese regalo, para mi significaba tanto como un beso. No podía evitar sentir un poco de nostalgia al tomar conciencia de lo lejos que ella se encontraba, pero tampoco le daba demasiada importancia, estaba convencido de que tarde o temprano volveríamos a tener un momento para nosotros.
Por supuesto callé todas las promesas que no iba a ser capaz de cumplir por entonces. A veces es mejor esperar un tiempo hasta que las circunstancias estén de tu parte, pero en cualquier caso estaba totalmente convencido de que ninguno de los dos olvidará nunca aquel desastroso encuentro de una lluviosa noche de noviembre.