viernes, 12 de julio de 2013

Monstruo

Sumerges la cabeza debajo del agua y cierras los ojos.

Poco a poco empiezas a sentir las emociones, deseos, sentimientos. Tu primera reacción es salir, que acabe, pero intentas bloquear tu mente y sigues adelante, pasan los segundos que suenan como tambores en tu conciencia, sientes el esfuerzo, el desgaste y sigues, sigues porque no te planteas otra cosa, porque no dejas a tu cuerpo otra respuesta alguna, te enfrentas en un pulso contra él, a ver quien aguanta más. Flaquean tus fuerzas pero lo que te falta lo sustituyes por mensajes, frases, ánimos, esperanzas, ilusiones... quemas hasta el último de tus cartuchos porque sabes que no lo saborearás plenamente si no lo diste todo. Es entonces cuando te encuentras preparado para afrontar ese momento pleno que estabas deseando, aquel en el que utilizaste todos tus cartuchos, aquel en el que sin oxígeno solamente te queda salir o apagar las luces.

Sacas la cabeza del agua, miras al cielo y exhalas todo el aire que pueden albergar tus pulmones. Bienvenido a tu libertad, úsala como quieras.

domingo, 7 de julio de 2013

Trepa

Las sensaciones son totalmente distintas, desde que te levantas hasta que te acuestas.

Lo hueles en el aire, lo notas hasta en el sabor de las galletas, la música te lo susurra a cada paso que das. Avanzas con la seguridad de quien tiene la certeza de que su camino tiene final. No te sientes como imaginabas sentirte al principio del camino, te sientes mejor, porque sabes que todo lo que estás haciendo tiene un sentido, merece la pena escalar la cima si vas a disfrutar de unas vistas preciosas, pero no puedes dejar de preguntarte si realmente quieres dejar de escalar. ¿Qué es lo realmente importante, escalar para disfrutar las vistas o elegir vistas para seguir escalando? Supongo que es una decisión personal de cada uno, pero por mi experiencia me quedo con la escalada: haces deporte, saboreas el esfuerzo y sabes que no te irás a casa hasta que llegues arriba. Sin embargo, aunque es precioso, el disfrute de las vistas no deja de ser un instante, un instante bello y mágico. ¿Valdría entonces la pena dedicar nuestras vidas a la búsqueda de un instante perfecto de belleza y felicidad? ¿Y después qué?

miércoles, 3 de julio de 2013

Keep bleeding

Cuando cumplió los 18 se dio cuenta de que quizás estaría bien dedicarse a escribir. Su madre le decía que si fuese tan buen estudiante como ocurrente, sería un genio. Nunca se planteó escribir como profesión, pero sí como hobby, para tener algo que realmente le perteneciese, algo que enseñar a la gente. Y así de golpe, una noche de verano con Romeo y Julieta de los Dire Straits sonando de fondo empezó a escribir lo primero que se le pasaba por la cabeza. Al principio lamentó no haber trazado previamente un plan de acción detallado, ya que se quedaba en blanco al final de bastantes líneas. Cuando vio que no iba a ser capaz de seguir hilando palabras durante mucho más tiempo, decidió cerrar su primer cuento. Estaba inacabado, pero se obligó a guardarlo y a ponerle un nombre ya que prefería una obra inacabada que una carpeta vacía.
Han pasado tres años y tres meses desde aquella noche accidental, y ahora, al contemplar su trabajo, empieza a entender un poquito el significado de todo lo que ha construido. Porque, de una forma u otra, no deja de ser una parte de él mismo. Hoy le ha entrado la nostalgia y se ha puesto a revisar todas las carpetas donde guarda cualquier chorrada que se le haya ocurrido en cualquier momento, localizado o perdido, de estos últimos años y no puede evitar sonreírse, mirando con recelo la puerta de su habitación por si hay alguien espiando, pues todavía no ha llegado el momento de compartirlo con nadie.