domingo, 7 de julio de 2013

Trepa

Las sensaciones son totalmente distintas, desde que te levantas hasta que te acuestas.

Lo hueles en el aire, lo notas hasta en el sabor de las galletas, la música te lo susurra a cada paso que das. Avanzas con la seguridad de quien tiene la certeza de que su camino tiene final. No te sientes como imaginabas sentirte al principio del camino, te sientes mejor, porque sabes que todo lo que estás haciendo tiene un sentido, merece la pena escalar la cima si vas a disfrutar de unas vistas preciosas, pero no puedes dejar de preguntarte si realmente quieres dejar de escalar. ¿Qué es lo realmente importante, escalar para disfrutar las vistas o elegir vistas para seguir escalando? Supongo que es una decisión personal de cada uno, pero por mi experiencia me quedo con la escalada: haces deporte, saboreas el esfuerzo y sabes que no te irás a casa hasta que llegues arriba. Sin embargo, aunque es precioso, el disfrute de las vistas no deja de ser un instante, un instante bello y mágico. ¿Valdría entonces la pena dedicar nuestras vidas a la búsqueda de un instante perfecto de belleza y felicidad? ¿Y después qué?

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