miércoles, 3 de julio de 2013

Keep bleeding

Cuando cumplió los 18 se dio cuenta de que quizás estaría bien dedicarse a escribir. Su madre le decía que si fuese tan buen estudiante como ocurrente, sería un genio. Nunca se planteó escribir como profesión, pero sí como hobby, para tener algo que realmente le perteneciese, algo que enseñar a la gente. Y así de golpe, una noche de verano con Romeo y Julieta de los Dire Straits sonando de fondo empezó a escribir lo primero que se le pasaba por la cabeza. Al principio lamentó no haber trazado previamente un plan de acción detallado, ya que se quedaba en blanco al final de bastantes líneas. Cuando vio que no iba a ser capaz de seguir hilando palabras durante mucho más tiempo, decidió cerrar su primer cuento. Estaba inacabado, pero se obligó a guardarlo y a ponerle un nombre ya que prefería una obra inacabada que una carpeta vacía.
Han pasado tres años y tres meses desde aquella noche accidental, y ahora, al contemplar su trabajo, empieza a entender un poquito el significado de todo lo que ha construido. Porque, de una forma u otra, no deja de ser una parte de él mismo. Hoy le ha entrado la nostalgia y se ha puesto a revisar todas las carpetas donde guarda cualquier chorrada que se le haya ocurrido en cualquier momento, localizado o perdido, de estos últimos años y no puede evitar sonreírse, mirando con recelo la puerta de su habitación por si hay alguien espiando, pues todavía no ha llegado el momento de compartirlo con nadie.

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