jueves, 29 de diciembre de 2011

Inocente inocente

Los telediarios comenzaron la mañana clamando a los 4 vientos que Europa se encuentra más unida que nunca; millones de ciudadanos israelíes y palestinos salen a la calle en ruego de una paz que sigue sin llegar; que Irán ha desmantelado su programa nuclear; que cientos de millones de ciudadanos chinos se enfrentan al ejercito en busca de su libertad; que Esperanza Aguirre ha decidido abandonar por fin la vida política; el Madrid ayer le endoso un contundente 3-0 al Barça; Mariano ha prometido, antes de empezar a gobernar, leerse "Algo va mal", de Tony Judt y "Discursos sobre Livio", de Maquiavelo.
Salgo a comprar y me dejo menos de un euro para comprar dos barras de pan. No puedo dejar de pensar en el libro que me recomendó leer mi profesor de teoría de campos para estas navidades...

viernes, 23 de diciembre de 2011

El fantasma de las navidades pasadas

Nadie dijo una sola palabra hasta que llegaron al coche. Entonces Delva abrió la boca. Empezamos bien el partido, ganando 4-0, pero en cuanto metimos el cuarto gol bajamos el ritmo, y llegamos 4-2 al descanso. Después, pasó lo de siempre, comenzamos fríos la segunda parte y acabamos tirando todo a la basura. Perdimos 4-6, y a casa. Protestas, empujones, recaditos, balonazos.... y todo se queda en el campo.


Unas hamburguesas de camino a casa, unas risas recordando viejos tiempos. La próxima maratón de futbol sala es la primera semana de enero en Coslada...


Y la nostalgia de volver a sentirme como hace tres años.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Para el año que viene

Volver a cantar bajo la lluvia, gritar de rabia, reirme a carcajadas, estudiar como un maldito desgraciado para luego sacar toda esa represión en la primera fiesta que tenga, bailar torpemente, aprender a bailar, sonreir, regalar sonrisas, escribir historias, cantar canciones, parar balones, hacer autostop, leer libros que te pongan los pelos de punta, leer auténticos bodrios que justo por eso sean inolvidables, volver a pedir en un cine que paren el proyector porque no puedo seguir la pelicula de la risa que me está entrando (Zach Galifianakis ha hecho demasiado bien al mundo), tropezarme, cagarla, tropezarme de nuevo, hacer una cagada tan grande que piense que ya he tocado la cumbre en mi vida, y con el tiempo darme cuenta de las gilipolleces en que estaba pensando. Reencontrarme conmigo mismo, sacar al personaje de paseo, cantar en Anfield el "You´ll never walk alone", tomar un picnic en un lugar desde el que Madrid parezca una bolita de nieve de navidad que te puedes guardar en el bolsillo. Descubrir nuevos grupos de música que me animen las mañanas en el metro, hacerme los 100 sudokus que tengo en el patatófono, pase lo que pase, no caer en el sistema y mantenerme sin whatsap, deprimirme al ver cómo el tapón de mi hermano va a ser más alto que yo y ser consciente de que los días que me quedan de darle capones están contados, pasar noches y noches en mi coche escuchando the doors mientras me cuento batallitas con mis otros hermanos, seguir con la convicción de que el mundo en el que vivo es un lugar maravilloso que vale la pena conocer a pesar de que haya mucho capullo dispuesto a mancharlo; aprobar física, y química, y campos, y estadística, considerarme un auténtico proyecto de ingeniero, seguir viendo a los seres que quiero, seguir viendo mundo, seguir escribiendo, seguir sintiendo el fuego dentro de mi.

Y que, cuando me acuerde de ella, lo único que sea capaz de hacer sea esbozar una sonrisa.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Todos los dias sale el sol

Hoy hace mucho frío, te dices mientras sacas los guantes de los bolsillos del abrigo y te los pones. Dejas que las escaleras mecánicas te lleven lentamente hacia la salida, es igual, no tienes prisa. A la salida dudas si podrás encontrar otra vez aquel rinconcito, pero escondida entre la bruma vislumbras una colina con un parque, y subes, y te das cuenta de lo grande que es la ciudad, de lo chiquitito que eres, y de lo lejos que las cosas parecen quedar ahora. Contemplas desde lo alto la ciudad, y al ver uno de los muchos bancos que hay en lo alto de ese pequeño cerro no puedes evitar recordar unos días no tan lejanos en los que todo parecía al alcance de tu mano.
Miras al este, amanece.
Sonríes, chipirón, y tiras a la papelera el abono de noviembre.

lunes, 28 de noviembre de 2011

She was singing

Vuelve a sonar el despertador, pero esta mañana es distinta. Suena "umbrella", de los baseballs por supuesto, y te levantas con una sonrisa. Te la suda el frío, la lluvia, el cansancio, porque has recuperado lo más valioso que tienes, la confianza.
Cada vez estoy más convencido de que lo más importante en esta vida es no detenerse nunca, darse cuenta de que decidir detenerse es dar también un paso adelante. Es verdad que hay épocas en las que los nubarrones parecen no querer irse nunca, en las que recuerdas buenos momentos que sientes que ahora disfrutarías con más intensidad. Pero lo más bonito de todo esto es tener la confianza de que no hoy, ni mañana, ni dentro de un año, no sabes cuándo, pero una mañana te pondrás a pensar en todo esto y te reirás porque sabrás entonces que lo has superado.

Hasta que llegue ese momento, vivir la vida, que son dos días y uno te lo pasas durmiendo.

martes, 15 de noviembre de 2011

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Te levantas hecho una mierda. Aunque te esfuerzas, no consigues ver las cosas mejor de como las veías anoche antes de caer rendido en la cama. Te consideras tantas cosas a la vez que llega un momento en que no sabes qué opinar acerca de ti. Sabes que esto no puede ser bueno, lo que más te duele es que además de hacerte daño a ti se lo estás haciendo a otra persona, y sabes que no tienes que dudar, porque si dudas, duele más.
Pero vacilas. Tu boca dice una cosa y tus ojos otra. Tus manos escapan a tu control. No sabes realmente qué sentir porque son demasiadas sensaciones como para sacar conclusiones momentáneas. Buscas apoyos, y gracias a Dios los tienes, pero sabes que no basta con que te escuchen, estás en un autobús en hora punta de camino a la universidad a toda velocidad. Sabes que si no te agarras rápido a algo acabarás cayendo al suelo.
Entonces te acuerdas de una sonrisa incansable, de uno de esos ángeles que tienes la suerte de ver cada poco tiempo, que tratan de hacer el menor ruido posible en tu vida porque realmente sienten que si quisieran la podrían poner patas arriba. Siempre te está sonriendo aunque tu cabeza esté en otro lugar. Siempre te dice "ánimo, no te rindas, que pase lo que pase, todo va a salir bien".
Piensas en ello y te agarras con fuerza, porque el resto del viaje no va a ser tranquilito, pero confías en que todo va a salir bien.

martes, 1 de noviembre de 2011

Hoy no vale rendirse. Ni mañana tampoco, ya si eso el año que viene que según los aztecas se acaba el mundo...

lunes, 17 de octubre de 2011

Tristán e Isolda

Llevaba 3 años estudiando filosofía.
El descubrimiento prematuro de Nietzsche a los 14 años había causado, al igual que a muchos de sus compañeros, un cambio en su concepción del mundo.

Se consideraba un ser extremadamente racional, se sentía fascinado por todo lo relativo al pensamiento humano, a la forma de ver las cosas. Le encantaba discutir, pero no era pedante. De pequeño rechazó hacer la comunión y conforme fueron pasando los años, desarrolló una gran antipatía hacia toda religión, especialmente hacia el cristianismo, por ser esta la más cercana a su cultura. No podía entender como un cuento chino había conseguido engañar a la gente durante tantos siglos, las increíbles atrocidades que se llegaron a cometer en nombre de falsos dioses, no podía entender que la gente, sabiendo todo el mal que ha hecho la religión al progreso, a la ciencia, al mundo en general, siguiese yendo, a pesar de todo, cada domingo a la iglesia.
Su vida universitaria le impedía pasar apenas tiempo en casa cerca de sus seres queridos. Sacrificó un seminario de teoría del conocimiento para ir a comer con su abuela, que no podía evitar dejar escapar un gesto melancólico cuando veía al niño que había despertado todas las mañanas desde los 8 hasta los 14, y dado de comer hasta los 18, convertido ya en todo un hombre. Hablaron de la gente del pueblo, del descaro del frutero subiendo los precios, de la hija de una vecina que se iba a casar dentro de poco, y de la religión. "Hijo, ya sé que hoy en día es muy tonto creer todas esas cosas. Yo no me creo la mitad de lo que dice el padre Antonio cada domingo pero, no se, me hace sentir bien. Si voy a misa me obligo a salir de casa, compro el pan, hago algo de comida, hablo con la gente y sobre todo no me quedo aquí encerrada. La soledad es muy dura, y es que echo de menos a tu yayo y necesito pensar que, con lo que luchó por nosotros en vida, con lo que nos quería... tiene que estar en un lugar bueno."

A Nietzsche le siguieron otros muchos como Hesse, Rimbaud, Whitman, Baudelaire o Goethe, pero sin duda la mejor colleja de todas se la había dado su abuela aquel día.
Al fin y al cabo, tampoco era tan diferente de su abuela. Si bien no iba a la iglesia, sus creencias le esperaban fielmente cada lunes en los estantes de la biblioteca.

domingo, 9 de octubre de 2011

Esos días...

Te levantas con el pie izquierdo y te pones las zapatillas del revés.
Te echas medio tazón de cola cao sobre la camiseta porque no escuchaste los berridos de tu madre diciéndote que hubieses desayunado antes de empezar a vestirte. Es igual, ya te habías manchado el cuello de sangre cortándote con la cuchilla de afeitar. La radio no se sintonizaba bien esa mañana. Bajaste los escalones de tres en tres y te torciste un tobillo, pero te comiste el dolor porque tenias que correr a la parada del autobús que, por supuesto pierdes. Intentas peinarte en el reflejo del cristal de la parada mientras conectas los cascos de musica a tu iphone. Se te acaba la batería a los 5 minutos. ¿Y ahora qué?
Empiezas a hacerte a la idea de que hoy tendrás que prestar atención a ese mundo grisaceo publicitario de mierda que te rodea. Te sientas por primera vez cerca del conductor del autobús, y reconoces una de tus canciones favoritas sonando en la radio. Es un privilegio solo al alcance de los 10 pasajeros más cercanos, pero decides rechazarlo, porque prefieres escuchar la conversacion de las dos señoras cincuentañeras de detrás. Te das cuenta de lo jodido que es trabajar de cocinera en los fogones de una facultad cerca de Moncloa, y te alegras bastante de estar estudiando una carrera jodida. Con todo no ha sido tan mal día, llevabas meses sin sentir esa sensación.
Llegas al metro y te encuentras con un compañero de curso al que no veías desde hace un año. Os poneis al día durante los 20 minutos que dura el trayecto en metro hasta tu facultad. Sales del metro con una sonrisa de capullo, porque te das cuenta de que por cosas pequeñas como estas eres capaz de aguantar cualquier reto, por difícil que sea, y concluyes que tal y como vives es absurdo decir que has tenido un día de mierda, porque cada mañana, desde que te levantas, hay un montón de personas que se levantan destinadas a coincidir contigo, a iluminarte del mismo modo que tú iluminas sus vidas.

Mi profe de religión estaba equivocada. Los ángeles existen y nos acompañan siempre, aunque no creamos en ellos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Septiembre

Caen las primeras hojas de los árboles.

La una de la tarde empieza a dejar de ser una hora insana para tomarse unas cañas en una terraza con los amigos; domingos y sábados sustituyen a lunes, martes y miércoles en nuestros planes nocturnos. Te invade la pereza solo al pensar que tienes que volver a clase, pero por otro lado sientes una terrible nostalgia. Es cierto, las clases no son tan malas.
Te preguntas qué habrá sido de ellos, te sientes un poco mal por no haber mandado un mísero mensaje siquiera durante el verano, aunque sabes que eso es señal de que no has tenido tiempo para nada mas que para no hacer nada. Sinceramente creo que esa es la esencia del verano, no hacer nada. Desconectar completamente por unos meses, quitarte la correa de la rutina, tirarte de planchazo a la piscina y sorprenderte de que a pesar de la ingente cantidad de helados que te metes en el cuerpo, pierdes peso.
Hay quien dice al llegar septiembre que se siente mal porque no ha hecho nada durante el verano, que podría haberse puesto a estudiar inglés o a aprender a cocinar decentemente... Mi abuelo decía que el verano era la estación más importante del año porque como no tienes nada que hacer, puedes dedicar tu tiempo a atender aquellas cosas de las que no te puedes preocupar durante el invierno, que son esas cosas pequeñas precisamente las que te ayudan a afrontar con fuerza las siguientes estaciones.
Entonces vuelve el olor a mar, el sonido de tus pies corriendo contra las olas, los partidos en la playa, las noches de hogueras a la luz de la luna, los paseos nocturnos por Madrid dibujando con las estrellas, las frías mañanas esperando ver salir el sol... Te acuerdas también de ella, y te entra un poquito más de ganas de volver, porque sabes que la vas a ver, y te quedas embobado imaginando que ella piensa en ti la mitad de lo que tu piensas en ella.


Suena la última alarma del despertador. Te levantas como un resorte impulsado por tus últimos pensamientos. Abres la ducha y pones la música. En veinte minutos enfilas la puerta con la mochila colgando de tu hombro derecho. Sabes que el vientecillo fresco de la parada del autobús va a quitarte la sonrisa, pero aun así sonríes porque sabes que en el fondo, muy en el fondo, una minúscula parte de ti deseaba volver a clase, gracias a bolonia por supuesto.

miércoles, 15 de junio de 2011

¿Tienes miedo?

No puedes tener miedo si no tienes nada que perder. Pase lo que pase, lo que tienes es un regalo que nadie tenía por qué haberte dado así que, ¿de qué sirve que te lamentes por haber perdido?
Carpe diem decía una y otra vez Robin Williams a sus poetas muertos. Si fuese español, les habría dicho: "Haced lo que os salga de los genitales. Este juego sólo dura dos días y uno te lo pasas durmiendo.

Por eso, Miss American Pie, nunca he podido tener miedo a perderte.

Ella le observó sorprendida. "Pues yo si. Yo tengo miedo a perderte porque nunca he conocido a nadie como tú y estoy totalmente segura de que no lo voy a encontrar. Quizás si hubiese encontrado antes a alguien que mereciera la pena, que hubiese creído que yo merecía la pena... pero has sido tú quien me ha dado este regalo, y ahora que lo tengo no quiero perderlo por nada del mundo."

Él desvió la mirada hacia los bloques de viviendas que tenían justo delante. Noventa grados a su izquierda se podía contemplar cómo los últimos rayos de luz de aquel día se perdían bajo unas colinas peinadas por unos cúmulos añiles, últimos restos de una maravillosa puesta de sol que ninguno de los dos olvidaría.