martes, 27 de abril de 2010

Ella

Entonces llega el momento, y te paras.

Has recorrido un largo camino para hasta este punto, a pesar de que no tenías nada garantizado. Piensas en todo lo que has hecho para llegar hasta aqui, todas las tardes pensando en ella, sus suspiros, sus sonrisas, sus lágrimas, los poemas que le escribiste, las palabras que dejaste escapar...

Pronuncias su nombre. Cuando te mira a los ojos te invade una fría sensación que paraliza tu cuerpo. Buceas en su mirada y te imaginas cuán bello ha de ser ese tesoro que guardan sus pupilas. Cada vez que sonríe luchas contra ese "yo" interior que te impulsa a besarla. Minutos más tarde crees que si le escuchases de vez en cuando, todo sería más fácil.
Saboreas el momento, dejas que el aire húmedo hinche tus pulmones. Caen las primeras gotas de lluvia que te susurran al oído un secreto que desconocías.

Es entonces cuando te fijas en esa pulsera nueva que lleva en su muñeca izquierda. Dejas que se vaya mientras tu yo interior empieza a patearte por dentro. Ella te dedica una última mirada comprensiva y se da la vuelta.

Se ha llevado una parte de ti que no sabes si algún día regresará, pero no estás mal. Ni bien. Has llegado hasta el final pero prefieres pararte en la linea de meta. Entonces sientes lo mismo que aquella noche cuando discutiste con ella por primera vez.
Te das cuenta de que la quieres.

sábado, 24 de abril de 2010

Scrambled eggs

"Sé bueno"

Ya sé que en esta vida hay que ser bueno, pero me cuesta mucho seguir este consejo. No es que no quiera, creo que es que no lo sé, o no he querido saberlo. A todos nos encanta escuchar eso de que al final lo bueno es lo correcto, pero no tenemos paciencia para esperar a ver el resultado. No es rentable, no sabemos que realmente lo es.
Es más fácil dejarse llevar, seguir al resto, hasta que un día lo ves, y te das cuenta de que podrías ser tú.
No es que sea distinto, es que es él mismo. No me preguntes como lo hizo porque no tiene sentido, supongo que es una conclusión a la que llegaré tarde o temprano, pero hoy estaba alli.
He podido verlo con mis propios ojos y quizás sea eso lo que me va a hacer tomar la decisión de seguir adelante.

Creo que ya va siendo hora de empezar a ser bueno.

lunes, 5 de abril de 2010

Tiramisú de limón

La luna corría a esconderse detrás de los cúmulos que ocultaban Barcelona aquella noche. Quizás era porque no se atrevía a mirarme a los ojos después de lo que había estado a punto de hacer. No saqué una foto porque el punto de vista de mi cámara no coincide con el mío, de manera que preferí confiar a mi memoria aquella bella escena en la que toda la ciudad quedaba bañada por en un barniz espectral.
Me quedo reflexionando con la cara apoyada en el cristal de la ventana hasta que suena el despertador. El único objeto que quedaba de mi adolescencia, un regalo de reyes a mis 14 años, me recuerda que debo ir a trabajar, pero ignora hacia donde él se dirige. Lo arrojo por la ventana y, mientras escucho cómo el sonido del tic tac es engullido por el despertar de la ciudad, me decido a emprender una nueva etapa.
Cierro la puerta del ático desde el cuál tantas noches he oteado la ciudad, sólo y acompañado. La maleta en mi mano izquierda, las llaves en la derecha. En el bolsillo derecho de mis vaqueros un trozo de papel plegado. Tu carta.
Subo al autobús sin saber aún dónde ir. Saco el papel, no me atrevo a leerlo de nuevo, aunque quiero. Me prometo que será la última vez, después lo tiraré pero, ¿dónde?

"Las lágrimas son agua, y van al mar"

Sorprendido por la incursión de Bécquer en mi pensamiento, ideo el itinerario del viaje marítimo que voy a emprender...

Mi historia, o mejor dicho, el trozo de mi vida que empiezo a escribir comienza un domingo a las cuatro de la tarde. Contemplo el rostro de mi madre a través de la ventanilla del tren, esa mirada que sin palabras le dice a un hijo todo lo que una madre le puede decir cuando se marcha de casa. Sonrío. El tren arranca. Suenan los red hot y mi pensamiento vuela con ellos. Pienso en Ángela y en todo lo que dejo atrás. Llevo su carta en la mochila. No quiero leerla, no es el momento. Difumino las nieblas del pasado alentado por lo que me espera, no quiero mirar atrás, solo quiero improvisar.