martes, 27 de abril de 2010

Ella

Entonces llega el momento, y te paras.

Has recorrido un largo camino para hasta este punto, a pesar de que no tenías nada garantizado. Piensas en todo lo que has hecho para llegar hasta aqui, todas las tardes pensando en ella, sus suspiros, sus sonrisas, sus lágrimas, los poemas que le escribiste, las palabras que dejaste escapar...

Pronuncias su nombre. Cuando te mira a los ojos te invade una fría sensación que paraliza tu cuerpo. Buceas en su mirada y te imaginas cuán bello ha de ser ese tesoro que guardan sus pupilas. Cada vez que sonríe luchas contra ese "yo" interior que te impulsa a besarla. Minutos más tarde crees que si le escuchases de vez en cuando, todo sería más fácil.
Saboreas el momento, dejas que el aire húmedo hinche tus pulmones. Caen las primeras gotas de lluvia que te susurran al oído un secreto que desconocías.

Es entonces cuando te fijas en esa pulsera nueva que lleva en su muñeca izquierda. Dejas que se vaya mientras tu yo interior empieza a patearte por dentro. Ella te dedica una última mirada comprensiva y se da la vuelta.

Se ha llevado una parte de ti que no sabes si algún día regresará, pero no estás mal. Ni bien. Has llegado hasta el final pero prefieres pararte en la linea de meta. Entonces sientes lo mismo que aquella noche cuando discutiste con ella por primera vez.
Te das cuenta de que la quieres.

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