lunes, 12 de diciembre de 2011

Para el año que viene

Volver a cantar bajo la lluvia, gritar de rabia, reirme a carcajadas, estudiar como un maldito desgraciado para luego sacar toda esa represión en la primera fiesta que tenga, bailar torpemente, aprender a bailar, sonreir, regalar sonrisas, escribir historias, cantar canciones, parar balones, hacer autostop, leer libros que te pongan los pelos de punta, leer auténticos bodrios que justo por eso sean inolvidables, volver a pedir en un cine que paren el proyector porque no puedo seguir la pelicula de la risa que me está entrando (Zach Galifianakis ha hecho demasiado bien al mundo), tropezarme, cagarla, tropezarme de nuevo, hacer una cagada tan grande que piense que ya he tocado la cumbre en mi vida, y con el tiempo darme cuenta de las gilipolleces en que estaba pensando. Reencontrarme conmigo mismo, sacar al personaje de paseo, cantar en Anfield el "You´ll never walk alone", tomar un picnic en un lugar desde el que Madrid parezca una bolita de nieve de navidad que te puedes guardar en el bolsillo. Descubrir nuevos grupos de música que me animen las mañanas en el metro, hacerme los 100 sudokus que tengo en el patatófono, pase lo que pase, no caer en el sistema y mantenerme sin whatsap, deprimirme al ver cómo el tapón de mi hermano va a ser más alto que yo y ser consciente de que los días que me quedan de darle capones están contados, pasar noches y noches en mi coche escuchando the doors mientras me cuento batallitas con mis otros hermanos, seguir con la convicción de que el mundo en el que vivo es un lugar maravilloso que vale la pena conocer a pesar de que haya mucho capullo dispuesto a mancharlo; aprobar física, y química, y campos, y estadística, considerarme un auténtico proyecto de ingeniero, seguir viendo a los seres que quiero, seguir viendo mundo, seguir escribiendo, seguir sintiendo el fuego dentro de mi.

Y que, cuando me acuerde de ella, lo único que sea capaz de hacer sea esbozar una sonrisa.

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