viernes, 12 de julio de 2013

Monstruo

Sumerges la cabeza debajo del agua y cierras los ojos.

Poco a poco empiezas a sentir las emociones, deseos, sentimientos. Tu primera reacción es salir, que acabe, pero intentas bloquear tu mente y sigues adelante, pasan los segundos que suenan como tambores en tu conciencia, sientes el esfuerzo, el desgaste y sigues, sigues porque no te planteas otra cosa, porque no dejas a tu cuerpo otra respuesta alguna, te enfrentas en un pulso contra él, a ver quien aguanta más. Flaquean tus fuerzas pero lo que te falta lo sustituyes por mensajes, frases, ánimos, esperanzas, ilusiones... quemas hasta el último de tus cartuchos porque sabes que no lo saborearás plenamente si no lo diste todo. Es entonces cuando te encuentras preparado para afrontar ese momento pleno que estabas deseando, aquel en el que utilizaste todos tus cartuchos, aquel en el que sin oxígeno solamente te queda salir o apagar las luces.

Sacas la cabeza del agua, miras al cielo y exhalas todo el aire que pueden albergar tus pulmones. Bienvenido a tu libertad, úsala como quieras.

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