martes, 19 de marzo de 2013

Donde quiera que estés

Salimos los tres del coche, nos abrazamos cariñosamente y prometimos volver a vernos lo antes posible.

-Espera aquí, ahora vuelvo.

Esperé de pie apoyado en la puerta delantera de mi coche. El sol ya empezaba a ocultarse y hacía algo de frío. Estaba considerando seriamente la idea de ir al maletero a por el abrigo, pero me encontraba cómodo con la sudadera y la bufanda, así que en un alarde personal de hombría permanecí  impasible como si soplase una agradable brisa de verano. Cuando ellas doblaron la esquina empecé a sintetizar las emociones de aquel día, pero apenas podía contenerlas. Iba a necesitar una buena charla después de este momento, llamé a Mayo, pero no lo cogía. Eli si. Le di un adelanto y la garantía de vernos en veinte minutos. Colgué, ella regresaba.

- ¡Date la vuelta, no me mires!

Me giré automáticamente hacia los árboles que separaban aquella urbanización de la autopista, pero mi curiosidad me hizo volver rápidamente la vista al cabo de unos segundos. Vi que llevaba unas llaves de un coche, me di de nuevo la vuelta y esperé durante un par de minutos.

-Ya puedes darte la vuelta

Eran tres regalos, con tres dedicatorias: "Para ti", "Para mi", "Para nosotros".
Nos abrazamos. Me pidió que no volviese a besarla, que era lo mejor para ella. Nos miramos brevemente a los ojos. Aunque me encantaba mirarla como lo había hecho estos últimos días sabía que corría un gran riesgo si lo hacía.

-Me la jugué. Lancé la misma pregunta de aquella noche mágica unos meses atrás : ¿Quieres que vuelva a pasar?

- No puedo contestar ahora a eso.

Sonreí. Nos abrazamos de nuevo y me disculpé por ser tan malo con las despedidas. Le di las gracias por todo y corrí a meterme dentro del coche.
Arranqué y la vi por última vez antes de tomar la salida de la urbanización. Llevaba una funda de guitarra en la espalda. Nos sonreímos y pisé el acelerador.

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