jueves, 2 de febrero de 2017

Jóvenes

https://www.youtube.com/watch?v=EZd1IOE-Pe8


He soñado que anoche me rendía, que volvía a llamarte y decía si a todo. Pedía perdón por cosas que no entendía y aceptaba la trama surrealista de una realidad paralela creada para sostener una mente distinta de la mía. Pero yo decía que SI, porque me agobiaba, porque no soportaba el eterno silencio que acompañaba a la palabra NO. Me agarraba a la esperanza de recuperar el esplendor de los días hermosos, de la misma manera que limpiamos los marcos de fotos que nos miran todos los días en el salón. Y me dolía, pero a la vez me sosegaba. Y no me gustaba, pero dolía menos, era un dolor que podía tolerar, podía conformarme con ello. Recordaba un sabor que parecía lejano, un tacto que mis manos no habían olvidado, un olor que volvía a casa por navidad, los sentidos embriagaban mi mente hasta que, tras una espiral de locura, se detenían. Entonces, en ese momento, donde antes había calor, ya no estaba. La realidad destapaba las sábanas mientras la verdad esperaba apoyada en la puerta de la habitación, con una mirada familiar de ya te lo dije.

No era distinto, era lo mismo de lo que huímos.

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