Vuelven los agobios, la rabia, la impotencia y, después de todo, la asimilación de la realidad. Concluyes que este año vas a tener que tomarte otra vez la cucharadita de mierda, y valoras la posibilidad de atesorar cada instante de felicidad, porque tienes muchas cosas que hacer... y el fracaso no es una opción que contemples.
Te agarras a todo lo positivo que tienes a mano, cierras los ojos. Empiezas a correr.
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